De Trellew al mundo
- Gonzalo Sorbo
- 29 jun 2020
- 4 Min. de lectura
Ramiro De Lillo tiene 25 años y actualmente juega en el Höttur Huginn, equipo de la tercera división de Islandia. Desde chico se la pasó viajando para poder lograr su objetivo y dice que todavía le falta cumplir su gran sueño.

¿Cómo llegaste a Islandia en época de cuarentena?
(Risas) Llegué gracias al coronavirus. Estaba en España y como el fútbol en todo el mundo está parado, salvo algunas ligas que recién arrancaron nuevamente, acá en Islandia casi ni paró. Es decir, el fútbol se frenó, pero el aislamiento mínimo que hubo fue de 14 días y ni siquiera era obligatorio.
¿Cómo te llevas con el idioma?
El islandés se me hace imposible (risas). Me manejo todo con el inglés, si bien no hablaba fluido ahora tengo mucha práctica. Igual como sea te haces entender.
En la jerga del fútbol se me complica porque es todo islandés, pero conmigo tratan de hacerlo si o si con el inglés.
¿Sabías que existía el fútbol en Islandia?
Algo conocía, pero vamos a ser sinceros, muchos no lo sabían hasta el último Mundial. Estoy pensando nacionalizarme (risas).

¿Cómo fueron tus inicios futbolísticos en Trellew, Chubut?
Mi papá creó un club que se llama La Terraza en la década de los 90 y ahí arranqué mi formación futbolística. A los 12 me fui por un año a Los Aromos, otro club de la provincia que había creado un amigo de mi papá, después pasé a Independiente de Comodoro Rivadavia y a los 15 fui para Buenos Aires.
Viniste a Buenos Aires de chico, ¿Cómo fue el cambio?
Llegué a Racing donde estuve un año, pasé también por Estudiante de Buenos Aires y después hice 3 años en Arsenal.
El cambio al principio fue un poco complicado, sobre todo por el desapego de la familia y los amigos. Todavía era chico y me costó pasar de un pueblo a la Ciudad de la Furia. El primer año fue todo de adaptación, el segundo ya me manejaba mejor y cuando llegué a Arsenal ya era uno más.
También fue duro para la familia ¿Qué decían ellos?
Sí, claro. A ellos les costó tanto que tuve la suerte de que se fueron a vivir conmigo a capital. Siempre fui muy familiero, como te decía antes, me costó el primer año y más pasar mi cumpleaños solo. No tenía a nadie porque recién llegaba a la provincia y la verdad que fue feo.
¿Cómo hiciste con el estudio?
Terminé el colegio en Buenos Aires y después empecé la facultad a estudiar periodismo hasta que me fui a España y como no pude convalidar las materias la dejé. Ahora empecé a estudiar inglés porque lo necesito y también finanzas. Necesito combinar el fútbol con otra cosa porque al ser tan loco por el deporte, llega un punto que te saturas.
¿Cómo llegaste a España?
Primero me iba a ir Italia, estuve un mes haciendo unas pruebas pero se terminaron demorando algunos temas de papeles y me volví. De todas formas, ya tenía en la cabeza que quería volver a Europa y vivir esa experiencia. Entonces hablando con amigos que conocían a varios argentinos que ya estaban allá, me contacté con ellos y llegué a Palencia, el primer club español donde estuve.
Más adelante jugué en La Arandina, que deportivamente fue donde mejor me fue porque estuvimos a un paso de ascender y me quedó un gran recuerdo. Además, estuve en Azuqueca, donde jugué todos los partidos y pude convertir muchos goles y por último, en Tarancón pero me a los dos meses arrancó la cuarentena.
¿Qué comparación haces entre el fútbol de ascenso de Argentina y Europa?
Son dos cosas totalmente diferentes. En Argentina la mayoría tiene que tener otros trabajos, la gran diferencia es el estilo de vida. Acá tenés una estabilidad, podés proyectar a futuro, no tenes miedo a nada y eso a demuestra cómo se vive en un lado y en otro.
¿Creíste que vivirías del fútbol?
Si, nunca pensé en otra profesión. Me crié en un campo deportivo y mi cabeza siempre estuvo en el fútbol. Me puse a estudiar para acompañar al deporte, no pensando en que me dedicaría en eso. El objetivo siempre fue el fútbol
¿Pensás en Volver a la Argentina?
Sí, quiero volver a jugar. Me gusta y estoy muy feliz con la vida que llevo acá, pero el fútbol argentino es algo pendiente que tengo. Necesito tener la oportunidad en mi país y cumplir el sueño de mi vida que es jugar en Racing. Te diría que pelea el primer puesto con la selección y hasta podría ganarle.

¿Qué consejos le darías a los jóvenes y padres que comienzan en este camino?
De chicos que disfruten, sobre todo. Porque en Argentina el fútbol se vive de una manera tan apasionada que no se si siente así en otro lado del mundo y los padres les generan una presión muy grande a sus hijos que no pueden aprovechar esa etapa tan linda. Los obligan a ganar y no se acuerdan de que son niños, no le preguntan cómo se siente ni si la pasaron bien.
Después cuando uno va creciendo, se va dando cuenta lo que quiere y ahí es donde tiene que tener mucha disciplina. Eso marca la diferencia hoy en día, porque futbolísticamente hablando están todos muy igualados, solo algunos sobresalen por el talento.
Y a los padres, te repito, que dejen vivir a los hijos y no quieran vivir su sueño frustrado en ellos. En mi experiencia, mi viejo es el ídolo más grande que puedo tener. Sin embargo, recibía mucha presión de él y a veces entraba a una cancha y me preocupaba por satisfacerlo, más que disfrutar yo.
Por: Gonzalo Sorbo
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